martes, enero 20, 2009

Microcuentos desde el Paraíso


Eva
Ella, impulsada por el capricho de conocer, de sentirse individuo, no colectivo, de sentirse viva y deliciosa mordió con ansias la pulpa oscura; los ojos se le abrieron y lo vio desnudo.
Adán
Él, confundido por la mirada lasciva de ella, temió la soledad, el abandono, la inutilidad de su existencia. Miró a la serpiente, la miró a ella. Comió de la fruta de sus pechos, probó el sabor de la carne. Se le abrieron los ojos, se sintió vivo, igual que otras partes del cuerpo...

3 comentarios:

© José A. Socorro-Noray dijo...

Acabo de terminar de leer tu blog, no sé como he llegado hasta aquí, y me he quedado pensando en una sola palabra: Sublime.

Un abrazo

Romy dijo...

jajajajajjajaja...has captado el instante exacto donde la creacion se volvio realmente humana...instante que se repite cada vez que un hombre y una mujer se atreven a ver.

José H. Cáez Romero dijo...

Noray, gracias mil por tus palabras, me agrada saber que te gusta lo que he escrito.

Romy, creo que logré lo que quería, gracias por tus comentarios, son bien recibidos!