martes, enero 20, 2009

Microcuentos desde el Paraíso


Eva
Ella, impulsada por el capricho de conocer, de sentirse individuo, no colectivo, de sentirse viva y deliciosa mordió con ansias la pulpa oscura; los ojos se le abrieron y lo vio desnudo.
Adán
Él, confundido por la mirada lasciva de ella, temió la soledad, el abandono, la inutilidad de su existencia. Miró a la serpiente, la miró a ella. Comió de la fruta de sus pechos, probó el sabor de la carne. Se le abrieron los ojos, se sintió vivo, igual que otras partes del cuerpo...

lunes, enero 12, 2009

Haikus

Haiku 7

Quiero besarte,
dame tu boca ya,
te entrego mi amor.

Haiku 8

El verbo nace
saturado de mis pies:
te deseo ya

lunes, enero 05, 2009

Temblor del Cielo


A Vicente Huidobro


El cielo tiembla.
Hay un sigilo leve
que roza la tierra.
Tremolan los árboles
en la naciente del río.
Se alborotan los mares,
las sirenas naufragan,
pierden las agallas,
las flores pierden sus pétalos,
el bosque su color de vida.

Hay un palpitar lejano
un rumor de aves espantosas
nubla el cielo.
El cielo tiembla.
El frío arropa lo que existe,
lo que no existe se inventa
simulando ecos
y mundos mágicos.
Todo un surrealismo presente.

El cielo tiembla
las nubes se derraman como pequeñas flechas
hacia el abismo.
Sus puntas cristalinas
musicalizan el vacío,
parecen espejos también.

El cielo tiembla,
algo alborotado
quiere irse de la gloria,
la eternidad resulta aburrida.
El cielo tiembla, hay truenos
amenazando la existencia.
Las luces se desprenden del cenit,
hay rayos que son ángeles
escapando a la tierra.

Agresiones nocturnas 2

Quiero vivirte
con los recuerdos apresurados
que transitan por la noche.

Hay veces que hierve
el deseo,
hay veces qeu es demasiado,
quema, carboniza
descuartiza y eriza.
Hay veces que es tanto
que no me llena
el vestirme de tu piel,
el tragarme tu carne,
el beberme tu sangre.

Yo,
loco en los intentos
del avance
y tú
empeñada en los trucos del freno.

Me llamas de noche,
siempre de noche,
pero hay veces
que yo prefiero el día.

Escape VI


Hace mucho que no sentía el dolor ajeno en el estómago. Hoy vi a una querida amiga llorar, derrumbarse en pedacitos pequeñísimos. Lo hacía con amargura, era un dolor que le salía del cuerpo, de las vísceras, de lo más hondo. De alguna manera sentí su dolor.

Lloraba por la muerte de un familiar, uno que sufrió mucho. Un familiar al que le temía de pequeña, y al que ahora, antes de su muerte, le había tenido cariño. Su cuerpo se llenó de una piedad increíble. Yo me pregunto ahora, ¿qué sucederá? Es doloroso alejarse de alguien y pensar que nunca más volverá, que nunca más estará ahí. Es extraño el cuerpo humano, es extraño ver cómo se acostumbra a su ausencia. Hay gente que no puede lograrlo, el olvido no es parte de sus vidas. Hay otros que sí, se amoldan a la ausencia, saben que no están, pero de alguna manera se reponen. Por otro lado, hay quienes no sienten nada. Últimamente, sólo pienso en la empatía. Me duele ver a alguien a quien quiero mucho sufrir. Me siento cohibido y creo que igual de devastado. A veces siento que un abrazo no basta, que una palabra o gesto no son lo suficientemente consolador para el otro. Me duele la incomodidad y el vacío. La muerte es dolorosa de cualquier forma. El que muere se va, su sufrimiento “tal vez acabe”, pero el que se queda, el que está vivo, se ahoga en el dolor. ¿Hay libertad o atadura? Sólo sé que no quiero experimentar nada de eso por el momento.

domingo, enero 04, 2009

Microcuento 3


Corrió desesperadamente, sus piernas veloces comenzaron a fatigarse, oía voces, no había escapatoria. Los hombres vestidos de blanco lo agarraron. Esa vez, la locura de los cuerdos pudo más que la cordura del loco.