viernes, septiembre 26, 2008

Patakí de la Orisha Mayor (versión 2)

Oshún, era hija del Río y de las espumas que se formaban en su desembocadura, se bañaba desnuda a sus orillas. En un rito sagrado, la orisha empastaba su piel con extracto de diferentes frutas del trópico, las más dulces y pulposas, de esas que embriagan y seducen a una distancia prudente hasta formar una miel espesa. Esa miel tenía propiedades divinas, era una especie de ambrosía, aquella que comían sus primos griegos. También cuentan que Oshún, mezclaba un poco de su sangre lunar y saliva con esta miel, para transformarla en afrodisíaco. Ese que volvió loco a todos los orishas hombres, por el que se formaron guerras astrales en busca de quien conseguía su amor. Cuentan los patakís que Oshún estaba deseosa de concebir a un ser especial, un mensajero para el mundo de los mortales, uno que representara en toda su gloria la fuerza y divinidad de los Orishas. Su madre Yemayá, a quien no se le puede esconder nada porque todo lo sabe, salió de las aguas acompañada de las oceánides, ninfas del mar, y decidió hablar con su hija, sabiendo su deseo. Oshún le explicó a lo que Yemayá respondió: –Habrá que hablar con Orunmila, babalawo de los orishas, para que nos dé sus consejos—. Oshún junto con su madre y su séquito se lanzaron a las aguas del río para ir a hablar con Orunmila.
Llegando a la choza de este, Oshún sintió su vientre temblar. Era su instinto que la llamaba, su vientre vacío hacía años necesitaba llenarse otra vez. Orunmila le aconsejó que era necesario seducir a uno de los orishas más fuertes y poderosos del Panteón, Changó, para así lograr la mezcla perfecta de poder y seducción que haría temblar a la humanidad. –Debes seguir bañándote desnuda en el río y cuando sientas que tu vientre tiemble, unta en tu piel la miel con sangre lunar. Así atraerás al orisha del rayo. Que tus ninfas estén pendientes de su llegada, puesto que debes hacer el ritual al ritmo de los tambores. Que todos los orishas participen del juego—.
Y así lo hizo Oshún. Una tarde, en la que se bañaba en el río, el cielo se enrojeció. Ya había untado la miel en su cuerpo. Ella lo tocaba; vibraba y se retorcía, frotaba sus manos en su carne blanda, hasta que vio de los cielos caer un rayo gigante. Changó descendió de las alturas velozmente. El orisha, se lanzó sobre su cuerpo. Oshún, eufórica, comenzó a desprender y desgarrar la poca vestimenta que ocultaba a su figura. Quedó completamente desnuda. Las miradas lascivas entre ambos fue el pique de los tambores. Las ninfas del río comenzaron a danzar al son de los mismos, tocados por los demás orishas. Changó comenzó a lamer la miel en el cuerpo de Oshún, frotaba el suyo contra el de la orisha. Disfrutaba el tocamiento de esa mujer con sabor a frutas. Los tambores picaron los poros de ambos. Los demás orishas circundaron el acto, sus miradas de lujuria penetraron las pieles de los ‘copulantes’. El bálano de Changó ardía en fiebre; cual bestia salvaje, embestía a la orisha, haciendo que su vientre serpenteara. Los tambores sonaron más fuerte. La piel de Oshún se volvió música. La orisha gritaba –Ayy, ayyy, ayyyy— mientras se quitaba las pulseras y las lanzaba al aire. La respiración era fuerte. Los tambores tronaron, del cielo comenzaron a caer rayos, la tierra se abrió. Las ninfas espantadas huyeron. Los demás orishas, exaltados, se volvieron locos, se halaban de los pelos, daban gritos de guerra…desaparecieron. Changó jadeaba como perro –Ooosh, ooshhh, jai, jai na má—. La confusión total, el climático encuentro entre la oscilación del cuerpo y una risa malévola de la orisha.
Ocurrió que de repente, Changó explotó en un rayo negro y Oshún, rendida de haber agotado las energías de su cuerpo, quedó como muerta. Yemayá la envolvió en su manto y la escondió dentro de una concha marina. Una mortal encontró la concha arrastrada por la marea en la orilla. Misteriosamente le olía a miel, se sintió atraída a ella y se la comió. Tiempo después, la orisha parió entre las piernas de la mujer. Es de este modo que nació la Orisha Mayor, aquel animal-musical-erótico llamado La Lupe.



miércoles, septiembre 17, 2008

Santiago Gamboa en Puerto Rico

Mayra Santos-Febres
Santiago Gamboa




La nueva generación de escritores boricuas
Juanluís, Idalís y Michelle

Santiago Gamboa y José H. Cáez Romero

lunes, septiembre 15, 2008

Escape 1


Hoy quiero irme de viaje a Plutón,
ese planeta que nos quitaron
por inventos de la ciencia moderna.
No entienden
que los locos,
los que somos verdaderos humanos,
rechazamos por completo
sus teorías planetarias.

En la bóveda celeste
se alberga la razón que cae
en línea recta
como el movimiento natural
que hablaba Aristóteles.


A mí no me convence
la teoría heliocéntrica tampoco.
A muchos mataron por defenderla
para luego aceptarla
porque era mas fácil de explicar.
¡Mentira! (por ser eufemístico)[si así se dice]
Pronto habrá otra
más sencilla y ¿qué haré?
no quiero saber más de la física
de sus enredos matemáticos,
con las complicaciones de la literatura basta.

Quiero irme en un viaje,
que las estrellas surquen mi paso
que la Osa Mayor me acompañe
y me lleve sobre su lomo.
Quiero recorrer la elíptica
en realidades alternas,
desafiar las condiciones de la inercia.

Me resulta gracioso pensar
cómo la gente se interesa
por investigar cómo funciona el mundo
[Está dañado]
deberían buscar cómo hacerlo funcionar,
destruir el disparate de colores que se llama dinero
dejar de rezar a un vacío
que muchas veces no se llena
y nos engaña a voces sordas
con un libro antiguo
que tiene más errores y disparates
que la gramática y lingüística
de un niño de tres años.

No hay que malinterpretar,
creo en la vida
en el destino que uno mismo se construye
en las verdades
que mi vago intelecto deduce.
No me guío por la tradición,
por la monotonía
del zapato en el suelo
la mancha negra que todos pisan,
sigo mi camino
contento, libre y atrevido
escuchando mi voz
y a nadie más.


martes, septiembre 09, 2008

Sexo, letras y sombras en la Ciudad Silente


Isla Negra editores

Librería Mágica y PEN Club de Puerto Rico


Invitan al conversatorio-presentación

Sexo, letras y sombras en la Ciudad Silente


A cargo de los escritores Emilio del Carril y Leticia Ruiz Rosado

Lectura de cuentos a cargo de la duena mayor Ana María Fuster Lavín


Sábado 4 de octubre de 2008

4:00pm

Librería Mágica

1016 Ave Ponce de León

Río Piedras, Puerto Rico


Los profesores Emilio del Carril y Leticia Ruiz Rosado comentarán sobre los temas del erotismo, sexualidad y los cuentos urbanos en el libro Bocetos de una ciudad silente (Ed. Isla Negra) de Ana María Fuster Lavín como presentación a su segunda edición corregida.


Emilio del Carril, vicepresidente del Pen Club de PR, es narrador, profesor universitario y tecnólogo médico. Ha publicado 5 minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares (Ed. Pasadizo).


Leticia Ruiz Rosado, editora de la revista literaria Identidad, es poeta y profesora universitaria. Su último poemario es Te vi Luna (Ed. Terranova)


Ana María Fuster Lavín, poeta y narradora, ha publicado entre otros: Verdades caprichosas (cuentos, First Book Pub.), Réquiem (novela cuentada, Isla Negra), El libro de las sombras (poesía, Isla Negra), Leyendas de misterio (infantil, Alfaguara) y Bocetos de una ciudad silente (cuentos, Isla Negra).


Para más información: Ana María Fuster 787-307-4066 fusterlavin@gmail.com

Carlos Roberto Gómez editor@islanegra.com

Y en Librería Mágica.



NOTA PERSONAL: Felicidades a mi querida hermana por este nuevo logro y segundo re-comenzar con esta publicación. Te adoro hermana y lo sabes. Gente apoyen nuestra literatura, que lo que se escribe aquí es igual de bueno que lo de afuera.

El aguijón del escorpión (Fábula)

-¿Con quién te dejaré?—dijo Mamá Gata—Las tripas me suenan y a ti también. Tengo que salir pero no te puedes quedar sola.

Por el lugar se encontraba el señor Escorpión. Escuchó la conversación que había tenido Mamá Gata con Gatita. Hace mucho quería acercarse a la última, no con muy buenas intensiones.

-Yo puedo cuidarla hasta que llegue usted Mamá Gata—dijo el Escorpión con gran maña.—No se tiene que preocupar, la puedo defender con estas pinzas gigantes y este largo aguijón que tengo.

Mamá Gata dudó al principio, pero viendo que era cierto lo de las pinzas y el aguijón confió en el extraño, le agradeció diciendo que le daría parte de la comida y salió corriendo. Gatita que era curiosa por naturaleza se acercó al Escorpión para olerlo bien. En eso el Escorpión comenzó a rascarle el cuello a Gatita, provocando que se erizaran de gusto sus pelos.

-Eres una gatita hermosa, tienes unos ojazos que volverían loco a cualquiera—dijo el Escorpión con voz lúgubre. Siguió rozando a Gatita por todo el cuerpo, hasta que llegó entre las patas.

-Ahí no se toca me ha dicho mi mamá.

-Disculpa, es que estas pinzas tan grandes a veces actúan de manera torpe. Pero mira que bien manejo esta otra parte de mi cuerpo.—El señor Escorpión levantó su aguijón sabiendo que a los gatos los atraen las cosas que cuelgan.

-Miauu.—Gatita meneó su cuerpo serpentinamente, contoneó sus caderas rayadas mientras se acercaba con sigilo y curiosidad a donde estaba el señor Escorpión. Levantó una pata, para tratar de agarrar el aguijón. Mientras tanto, el Escorpión le hizo cosquillas en el vientre a las que ella respondía con ronroneos. Tanto fue el juego que Gatita cayó al piso rendida. El señor Escorpión la tomó por el cuello con una de sus pinzas, con la otra y las demás patas le aguantó su cuerpo. Gatita estaba asustada, quería a su mamá, no podía gritar, no había quien la defendiera.

-¡Cállate! No seas tonta, que esto no es nada del otro mundo.

Gatita trincó su cuerpo, trató de usar sus uñas, cuando de repente, abrió sus ojos y vio fijamente al Escorpión. Este introdujo sin ninguna piedad el aguijón en su cuerpo, rompiendo una que otra membrana. Luego de su fechoría el señor Escorpión huyó. Cuando Mamá Gata llegó, encontró a su hija tirada en la tierra con una menos de sus siete vidas.