domingo, enero 31, 2016

Lola en carne viva

Lola en carne viva. Lola desnuda. Lola ardiente en el fuego de los años, bañada en la sensibilidad de su arte, de su ingenuidad y de su genio. Monstruo, duende y salero. Como habría dicho el poeta José María Pemán: "Torbellino de colores, no hay en el mundo una flor, que el viento mueva mejor, que se mueve Lola Flores". La figura de Lola Flores es sin duda para muchos la simbología del arte mismo, el arte hecho ente, ser viviente, persona, carne y hueso. Por excelencia la española más española de todas. Lola Flores es sinónimo del foclor español, del cante jondo aunque su "jondez", si se me permite el neologismo disparatado, jamás siguió el canon que establece lo flamenco. Pero quién que no haya visto a la Faraona, ha sentido en lo más profundo de sus entrañas el terremoto de lo que verdaderamente es el arte gitano.

Desde que descubrí a Lola, allá cuando quizá debí tener unos 7 u 8 años mientras veía con mi abuela una de sus películas (Morena Clara), quedé flechado para siempre del animal que era su persona, su temperamento. Como todo escritor, tiene sus obsesiones, Lola, entre otras artistas de su época, se volvió la mía. No hay momento en el que pueda decir que no me gusta algo de lo que haya hecho, de sus canciones, de sus películas, de sus presentaciones televisivas. Era y es, un ser magnífico, tocada por alguna mano divina, porque su arte, todo lo que era ella, no pertenecía a este mundo. O, como dirían muchos de sus contemporáneos y conocedores de su trabajo una "fuera de serie", un "fin de raza". No ha habido y estoy seguro que jamás habrá otra Lola Flores.

Al punto de este escrito. Desde hace unos años, me he interesado por leer diarios, biografías y memorias de los seres que admiro. Lo hago por pura curiosidad, porque soy un entrometido, y además, porque me permite ver otra perspectiva, otra realidad de la persona admirada. Di con este libro escrito en parte por Lola y en parte por Tico Medina. Sus memorias. En este libro Lola narra su proceso por el tiempo, desde que nació, hasta el presente, o más bien su presente, justo después de su lío con Hacienda. Cómo siendo una niña de Jerez de la Frontera, se crió entre gitanos y entre gente grande que la inspiraron a ser el mito en vida y en muerte que es. Sus obsesiones por alcanzar el estrellato, por ser una artista única. Sus primeros amores, sus primeros y últimos fracasos. Sus sufrimientos. En fin. Es un libro impresionante que nos muestra a una mujer llena de sensibilidad y llena de talentos, más allá del cante y del baile. Lola, desde este libro, pudo haber sido una novelista estupenda. Sabía narrar muy bien, tenía ritmo, cómo no iba a tenerlo, si la música la tenía agarrada en su oído. Pero de la misma forma desgarradora con la que narra en aciertos su vidas, deja ver que su ingenuidad tenía astucia. Hay muchos silencios, demasiados, diría yo. Lola era muy sabia en esto. Que si lo contaba todo, lo contaba todo, o mejor, contaba lo que sabía que podía contar. Ha quedado en el tintero, en mi duda, la posibilidad infinita de todos esos silencios, amantes, rivalidades, daños, trampas. Las cosas que verdaderamente nos hacen humanos. En fin, que ha sido una narración estupenda. Y para aquellos que como yo, gustan de su arte y de lo que fue su persona, sin más la Lola en carne viva!