miércoles, diciembre 31, 2008

Algunas fotitos antes de despedir el año

Les presento al grupo Fuga



Paola, Luis, Yo, Kadiri, Freddie, Michelle y Mayra Santos

José H. Cáez Romero y Mayra Santos Febres





lunes, diciembre 29, 2008

Gioconda Belli y el infinito en la palma de su mano


Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen
de Dios lo creó. Macho y hembra los creó.
~Anónimo~


Es un viaje al surrealismo y al realismo mágico hispanoamericano leerse “El infinito en la palma de la mano”, de la escritora nicaragüense Gioconda Belli. Es una novela que sin exagerar en el contexto lingüístico, sin utilizar palabras exacerbadas y nudos densos dentro de la trama, envuelve al lector en un mundo mágico y de interpretaciones infinitas de manera simple. Si la escritura es un reto, asumir la reescritura de un texto conocido desde el principio de los tiempos, bueno, desde que el hombre fue “creado” es uno más grande. “El infinito en la palma de la mano”, es una reescritura de la historia del primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva. El seudo-lenguaje bíblico ofrece una posibilidad de ambiente en el cual uno piensa que no está leyendo una novela, sino una historia “real”, todo a interpretación del autor.
La realidad dentro de este texto, es el curso sobre los pensamientos de Eva. Belli desde el momento en que Eva es creada, reivindica su condición de mujer. La expone como un ser inteligente, la Eva de Gioconda no pretende ser la Eva bíblica más allá de su historia. La Eva de esta historia no es la típica Eva literaria, aquella mujer tentadora, causante de los males del mundo, de la tragedia de los hombres; no es el símbolo del pecado sino del deseo del conocimiento. Es cierto que el Adán la ve de esta manera, pero su historia es diferente. Eva sí es la tentadora de su marido, pero se ve que es el plan infinito del “Otro” (el creador). Sin Eva el mundo no sería mundo, no existiría la humanidad, ni la historia. Gioconda Belli logra romper todos los esquemas y arquetipos misóginos existentes con este texto.
Un personaje que me llamó la atención fue el de la serpiente. La misma nos es descrita como diabólica ni contrincante de el Otro, sino que es una amistosa, muchas veces funciona como consejera dentro del texto. La serpiente, a mi entender, representa ese contacto con la realidad. La serpiente resulta más humana que reptil, una figura humana de la actualidad. Me imagino que la voz de la autora se reflejaba en ella. La escena de la tentación, me pareció verdaderamente tentadora.
Otra cosa que puedo decir que me gustó del texto, fue su poesía. Las escenas eróticas, resultan hermosas. El lenguaje erótico presume la habilidad del conocimiento. En el contexto bíblico, normalmente cuando se habla de que un hombre “conoció” a su mujer, se refiere a que tuvieron sexo. Dentro de esta novela, en el momento en que los ojos se le destapan, luego de comer el fruto del árbol prohibido, tuvieron conocimiento el uno de la otra, se vieron desnudos y el deseo de tenerse, de ser uno como al principio, cuando Eva estaba en la costilla de Adán aflora.
Es una lectura ligera, se puede leer fácilmente en una hora o menos, sin embargo, es entretenida.

sábado, diciembre 27, 2008

Microcuento 2

Esa noche quiso rehacer por completo su vida. No más dolores de cabeza, no más incomprensión, no más incomodidad: no más nada que no le gustara. Cerró las piernas.

jueves, diciembre 25, 2008

Microcuento 1

Danzaba a su alrededor la detonante idea de libertad. El disparo sonó altísimo. Lo logró.

viernes, diciembre 19, 2008

Escape V

Hago eco de un anuncio que causó impacto en la isla, y que el escritor Javier Ávila utilizó para uno de sus ensayos más controversiales: “ ¿Qué nos pasa Puerto Rico?”. A ese le sumo otra pregunta, ¿qué le pasa al gobierno de Puerto Rico? Otra, ¿nos queremos vestir de ceguera y de indiferencia? La verdad es que no sé si tengan respuestas, o sean meras preguntas retóricas. Todavía no me lo creo, o intento no creérmelo.

Todo este mejunje de preguntas surge por lo que acabo de ver en la calle. Los que me conocen saben que constantemente me estoy moviendo, mirándolo todo minuciosamente, mirando el crecimiento de ese frío cemento que nos devora, la ciudad. Y que conste, no le quiero echar toda la culpa al cemento, pero es que de alguna forma hay que buscar el origen de estas situaciones; hay que empezar por algún lado. Acabo de ver a una anciana pidiendo limosna en la entrada de una farmacia, de esas que vienen de afuera y venden más artículos de tienda regular que de medicinas y cosas médicas. Pedía limosna con miedo, casi ni extendía su mano, la sujetaba con la otra, pegada al pecho. Era obvio lo que hacía, su cara lo decía todo. Me quedé un rato en el carro observando a ver qué hacía la gente. Luego de quince minutos y dieciocho personas haber salido, ni uno se dignó a darle un mísero centavo.

Admito que se me escaparon dos lágrimas. No hay nada más que me parta el alma y me nuble los ojos con lágrimas que ver a un anciano sufriendo. Es algo que desde pequeño me conmueve, fui criado entre ellos, he visto por lo que pasan, he visto por lo que sufren. He sufrido con ellos. Ese anuncio de la anciana buscando la carta de su familia en el correo y sólo recibe un cheque me mató. No lo puedo ver. Es espantoso, insisto. Entré a la tienda a comprar lo que necesitaba. Incluso, luego de haber pagado con la tarjeta, como no me quisieron dar cambio, tuve que comprar un artículo para tenerlo y darle algo a la señora. La miré desde adentro, la observé con calma. No había llagas, no había signos de puyas. Probablemente alcohol, si es que tiene algún vicio pensé. Su ropa estaba sucia, una camisa gris y una sudadera verde. Unos tenis rotos. Su pelo blanco, un poco amarillento, una gorra le cubría la cabeza. De lo poco que tengo, porque admito que soy otro mantenido en este país, le di tres dólares, me quedé con otros dos por alguna emergencia, que como están las cosas en este país, ni para una botella de agua dan. Luego me quedé otra vez en el carro, a mirar que pasaba. Quince minutos más, un señor le dio una moneda.

Yo me pregunto si es que yo tengo demasiada empatía o si la gente es demasiado apática. Si la gente no sabe cómo ponerse en los zapatos de otros. La maldita marginación. Todo esto es realmente doloroso. La gente no puede ver que en algún momento puede vérselas como ellos. Por Dios, si es que existe, es un anciano. Es una persona que casi no puede valerse por sí misma. ¿Dónde está el gobierno, la iglesia en estos momentos? ¿Dónde queda la sensibilidad de la gente? Cada vez me impresiona más, en el capitolio se roban los washingtones del pueblo, la iglesia se mete a defender la vida, a maldecir el aborto, a prohibir los matrimonios gays, a pedir nexos con el gobierno para tener más poder, parece que volvemos a la Edad Media, si es que nunca salimos de ella. No sé si exagero, pero es una realidad que me jode. Qué se hace con estas personas cuando no tienen dinero, cuando los expropian de sus hogares, el único refugio seguro que les quedaba. ¿Dónde están sus hijos, sus familiares? Me indigna.

Siempre invito a la gente a que se tire a los asilos y que vea cómo son los que viven ahí. Siempre hay un brillo en sus ojos, como una última esperanza pidiendo que los rescaten, que los vayan a ver. Necesitan tacto, se vuelven como los recién nacidos. Yo siempre me pregunto si terminaré así, en la calle. Si alguno conocido terminará igual. Las cosas en este país no están bien. Entonces cuando vemos a alguien a quien podemos asistir con una simple moneda no lo hacemos, ponemos una barrera que nos distancia. Nos hacemos los brutos-ciegos-sordos y mudos. No vemos nada, en la mente sigue esa encuesta de que aquí somos felices y que no pasa nada. Creo poder entender ahora, es que la gente no pasa necesidades. No sabe lo que es estar sumido en el alcohol, en la pobreza, en al hambre que te pega el estómago y las tripas a los huesos. A veces la gente no sabe lo que es una lágrima real. Lo que es la desesperación por el escape, y la nueva palabra que utilizo para todo, la fuga. Gente, reflexionemos un poco más, no hay nada mejor que destronar al ego y acercarse al otro, al desconocido y brindarle aunque sea una esperanza falsa que lo haga sonreír por cinco minutos. No es difícil.

viernes, diciembre 12, 2008

Un cadáver del silencio


Una caricatura de porcelana
Se balancea.
El pasado es un tiempo muerto.

Espacios vacíos, letras grises y rojas.
Irremediable vivir del ayer.
Voces disparatadas
en un rincón de la ventana;
una imagen:
vivir dentro de una botella.

Ruido insoportable…
Hay que joderse con las letras
con la vida, con la memoria.

Vuelvo con la misma letanía
de los puntos suspensivos…
con la falta de interés…
con la ausencia de palabras…

Hay lapsos sin roces
sin el cuerpo en el cuerpo.

Fugas del tiempo en nuestros labios inquietos.

Suspiro al saber
que el temblor se ha Venido
sin sospecha
sin requiebro.
Sólo queda el silencio.

José H. Cáez Romero
e
Idalís García Reyes

Esto fue un texto que escribí junto a mi amiga Idalís (Puntas de Araña), hace más de un año, en momentos de crisis, como los de ahora.

La Fuga de Helena



"Helena y sus riquezas serán el premio del combate: el que venza, demostrando ser el más fuerte, lleva a su casa, como es de justicia, a la mujer con todas sus riquezas."
Homero, Canto Tercero, La Iliada


Agarrada de un clavito estaba la imagen de la Virgen Gitana. Al lado izquierdo de esta, el espejo. El espejo de mimbre era grande, se imponía sobre el pequeño gavetero lleno de cremas, perfumes y otros frascos innumerables. En la esquina superior derecha estaba pillada con uno de los bordes la foto de Elena, la abuela. En la otra esquina, una del Cristo milagroso. La imagen se revelaba en el centro. Esa noche Helena se miró bella, más que nunca. Su pelo rizado y negro amarrado para que no le molestara cuando se maquillaba. Una línea negrísima y ancha cruzaba sus párpados de lado a lado, también en los inferiores, yéndose un poco más allá de su límite. Sus ojos almendrados se veían más rasgados. Había un reguero de tonalidades violetas que llamarían la atención de la persona más despistada del mundo. Las pestañas no necesitaban mascara, bastaba con su longitud y color para abanicarse el rostro entero. “Con unos ojos así cae cualquiera”, siempre le decía su abuela. Esos ojos eran capaces de provocar terremotos, y otras catástrofes candentes en el cuerpo de los hombres, quien sabe si en algunas mujeres también. No dejaba de mirarse, era un amor propio que sólo ella sabía valorar. Con el delineador pronunció un poco más el lunar que tenía en su pómulo derecho. Ese que también tenía él…


—Vente mi morenita, vente conmigo. Sí, ven. No te niegues. Compláceme morenita. Anda, complace a tu papi… ven.
Ella lo amaba tanto, estaba enamorada de él. Jugaba con sus cachetes, se los apretaba. Él le decía que la quería. Le besaba la frente.
—Mira, tienes uno igual que yo—le decía mientras presionaba su lunar. También le acariciaba el pelo, jugaba con sus formas.


Era una seducción leve, inocente. Ella lo quería mucho. Reía con sus caricias. Ahí fue que descubrió que le gustaba sentirse querida por los hombres.
Terminó de pintarse los labios. Le haría honor al cliché, a las divas de los cuarenta, a las que iniciaron la profesión, que seguro no existía nada más provocador que un par de labios rojos. Se retocó los pómulos, ya bastante rosados, un poco más de polvo en el mentón para esconder la cicatriz de aquel ataque horrible, fue la última vez que lo vio.


—Morenita, hazme caso. Cierra la boquita, no, mejor ábrela.
Su aliento cortaba, apestaba a un excesivo consumo de alcohol.
—No quiero, déjame—gritaba casi silente asfixiada por la mano de su progenitor. Él paseaba una navaja por el rostro de Helena mientras la escupía. La aguantó contra la pared. Comenzó a tocarla por todo el cuerpo. Helena lloraba. No podía hacer nada. Mamá era una cobarde, siempre desaparecía en esos momentos. Trató de zafarse, el presionaba más sus ingles contra las de ella.
—Tranquila, tranquila.


Cortó de un solo tajo el mentón de la niña para que entendiera que él era el que mandaba, que ella debía estarse tranquila. Elena, la vieja, apareció gritando para salvar a su nieta. Con un palo golpeó la cabeza del raptor de inocencias, lo hirió. Este salió corriendo como pudo de la casona de madera. La niña lloraba acurrucada en el suelo. La abuela lloraba de pie en la puerta. Él nunca volvió. Mamá tampoco.


La camisilla negra era bastante ajustada, el escote bastante dramático, anunciaba un juego divino de senos redondos y grandes. De su cuello colgaba una pequeña cadena de oro con una piedra negra. La camisilla terminaba justamente en la mitad del ombligo. Descubría una cintura bastante fina y unas caderas anchas pero apretadas. La falda de cuero negro mostraba más de lo que se supone que escondía. Helena la subió unos segundos para acomodar una pequeña daga en la liga que tenía apretada a sus muslos, “Ay mijita, toma esto, que ningún desgraciado te vaya a joder. Jódelos tu a ellos.”—le había dicho su abuela una vez mientras le entregaba la daga; bajó su falda, la estiró un poco. Se acomodó la medallita de María Egipcíaca, que una vez su abuela también le había dado por protección divina. Se soltó la melena, la alborotó un poco. Tomó su cartera. Besó la fotografía de su abuela y apagó la luz. Ya estaba lista para la cacería.
El cielo nocturno se veía totalmente despejado, buen presagio para la noche. La lluvia en esta ciudad no dañaría sus planes de depredadora. La vorágine inmaculada iba como gato en la noche, sigilosa, vigilando sus pasos mientras atravesaba los callejones oscuros que la harían llegar a la Avenida Principal. Entre los recovecos, los recuerdos se le aparecían como fantasmas, como martirios incesantes. Pasó por la casa azul de la calle Lerele. Ahí fue la primera vez que se acostó con un hombre a quien amaba ciertamente. Cuando hizo el amor y no cuando tuvo sexo. Antonio Flores se llamaba ese amor, un día se le desapareció, como la mayoría de los hombres que vinieron después. Por eso ahora ella era la que escapaba. Una noche con cualquiera era suficiente.


Veía a las niñas pequeñas correr sin miedo por esa suciedad, ella no podía hacerlo de pequeña. Tenía miedo de que el señor del lunar como el de ella llegara y se la llevara. Las miró y su miedo comenzaba a apoderarse de su cuerpo. “¡No! esta noche no.” Siguió caminando, los ladridos de los perros hicieron que acelerara un poco su paso. Recordó los intentos con la droga en los callejones sin salida, pero a tiempo descubrió que eso no era lo suyo. Lo suyo era la libertad, el sentirse en su piel y no en la distancia de la misma por más dolorosa que fuera la carga. ¿Qué cosa más horrible podría pasarle ahora, si todo lo vivió en la infancia? ¿Morir? No se preocupaba tanto por eso. Ya había sobrevivido a la muerte varias veces. El sólo arriesgarse a salir de noche por aquellos lugares era un esfuerzo épico. Pero ella tenía fe en sus encantos, en su capacidad de la fuga en momentos difíciles. La calle se lo había enseñado. A veces no tenía miedo de la gente, sino de sí misma.


Dos o tres piropos le fueron lanzados por algunos de los muchachos que andaban en una esquina pasando el rato. Ella los miró de reojo, uno de ellos había pasado por sus manos, la diversión no fue mucha, él creía quererla, pero ella no lo creía, ella era mucha cosa para él. Cruzó dos callejones más. Había uno que le traía pesadumbre pero no dolor. Era el más oscuro de todos. En ese sufrió una de las primeras consecuencias de trabajar en la calle. Varios en la oscuridad la tomaron a la fuerza. Desgarraron sus ropas, la arrastraron por el suelo. Le pegaron duro, la patearon hasta más no poder, uno por uno, cuatro, la violaron. –Puta, coge lo que tanto te gusta—le dijeron. Ellos no supieron que ella no sintió nada, ni dolor, ni rabia. Tampoco hubo vacío. En su piel se afloró una libertad en la que podía fluir sin conciencia.


Ya parada por fin en una de las esquinas de la Avenida Principal, esperaba el primer cliente. Mientras pasaba el tiempo, se hacía ideas en la cabeza, se imaginaba cómo sería su próximo hombre. Alto, bajo, gordo, musculoso. No tenía preferencia por ninguno. Esa noche se sentía amable, dadivosa, hoy más que trabajo, el polvo sería por diversión, con una recompensa monetaria. Un carro negro se acercó, ella curveó sus caderas hacia un lado. Caminó despacio mientras el hombre bajaba la ventanilla.


—Hola preciosura.
—Buenas noches guapo—nunca perdió los buenos modales.
—¿Qué andas buscando esta noche?
—No sé, tal vez algún hombre dadivoso, que sepa hacer disfrutar a una preciosura, como yo.—dijo con una sonrisa pícara


El hombre asomó su cabeza a la luz aunque no se apreciaban bien sus facciones. Eso sí, pudo notar que era bastante mayor, por lo menos para su edad, le podría llevar fácilmente unos treinta a cuarenta años. Ella nunca los miraba fijo a los ojos, no se fijaba mucho en sus caras, iba directo al grano, unas veces a disfrutar, otras si la situación lo ameritaba; por el dinerito.


—Me salió picarona la muchacha.
—No papito, algo más que picarona—le decía mientras daba una vuelta para que el comprador de carnes apreciara las suyas duras y firmes.
—Eso que tienes atrás, se ve caro.
—Es caro, pero si me llevas esta noche a un lugar cómodo puedo hacerte un descuento.
—A mí no me tienes que hacer descuentos, con semejante mercancía, es para ponerte en altar.
—Altar no, capilla ardiente.
Vio en su cara el entusiasmo. Él abrió la puerta del carro. Ella se montó con elegancia.
—Nunca te había visto por estos lugares.
—Es que no me paso en el mismo lugar todo el tiempo. Tengo diferentes puntos, me gusta moverme.
Comenzó a acariciar sus brazos. A desabotonarle la camisa. La oscuridad del auto permitía que su imaginación corriera.
—Oye, ¿no esperas a que estemos cómodos?
—Para qué, eso nos quita tiempo.
Se dejó acariciar la entrepierna, ella frotaba sus manos con una sutil presión mientras le mordía las orejas.
—¿Conoces un lugar que te guste por aquí?
—Después de esas dos luces, dobla a la izquierda, es un lugar espectacular donde se puede escuchar la playa. Y es barato.
—Perfecto—seguía conduciendo.—Podrías utilizar otras partes de tu cuerpo para jugar conmigo.
—Sin instrucciones papito, yo sé lo que hago.


El juego de la seducción era veloz. Ambos pasaban por sensaciones de recuerdo, algo había en ambos que comunicaba más que un toma y dame. Ella, la vorágine inmaculada de noches sin fin, cabeceaba en sus ingles como si fuera lo último que haría, él contraía el abdomen de vez en cuando, uno que otro quejido se escapaba de la boca de ambos. El camino hacia las dos luces se hizo eterno.


—Suave cachorra.
—Me pediste y yo complazco.


Llegaron a la luz. El dobló como ella dijo hacia la izquierda. Era una calle sin salida pero de frente se veía el mar. Había un local bastante iluminado. Leyó el letrero “Motel Troya”. Ambos bajaron. Él pagó la habitación como correspondía. Subieron las escaleras a toda prisa, las luces de los pasillos eran tenues. El sacó fuerzas, la tomó entre sus brazos. Ella se le enganchó como pudo, cruzó sus piernas por la espalda.


Cuando abrieron la puerta, el la tomó a la fuerza. La trepó sobre la coqueta, le quitó la camisilla y empezó a comer de la ambrosía tropical de sus pechos. Mordía, chupaba, lamía. La volvía loca. Con sus manos se abría paso por los pliegues bivalvos de Helena. Sentía cómo se humedecía, ella se quitó todo excepto la liga. Ella lo empujó, logró tirarlo sobre la cama. Apagó la luz con el interruptor que estaba pegado al espaldar. Logró entre la oscuridad sacar de su cartera un condón. Se lo puso con la boca. Comenzó a cabalgar. Se viraron en la cama. El ahora la embestía. Helena sentía como la pequeña daga la hincaba.


—Esto es una delicia.
—Tú cállate y sigue.
—Seguro que nadie te trata así, seguro que nadie te quiere como yo.
—No, nadie, nadie como tú—dijo Helena con un desespero por querer adentrarse en el mar de éxtasis y del vértigo total. Eso era lo suyo, eso era lo que le gustaba, lo que la llenaba, lo que la hacía feliz.
—Ay mi morenita—le mordía la boca—ay mi preciosura. Déjate ir, vente…conmigo. Piérdete morenita.


Nadie la había llamado morenita desde aquella vez. Helena abrió los ojos en la oscuridad. El recuerdo de esa figura casi borrosa se confundía con la imagen borrosa que estaba sobre y dentro de ella. La cama rechinaba con más velocidad. Con la mano alcanzó el interruptor y encendió la luz. Lo miró fijo a los ojos, era la primera vez que lo hacía. El casi terminaba. Ella dejó de sentir en ese mismo instante, sólo podía ver esa cara y llorar. “Que ninguno te joda. Jódelos tú a ellos”, fue lo único que le pasó por la mente. Toda la libertad, el deseo de seguir en la calle, de venderse al primero que veía, el disfrutarse cada cuerpo se quebró como un espejo que cae al suelo. Todo en pedacitos. Así estaba ella, en pedacitos tan minúsculos que se perdió, no se encontraba. Se acordó de la daga. La sacó con su mano. Intentó despegarlo de su cuerpo.


—¿Qué pasa? Ahora no. Tranquila
—No quiero más, suéltame.
—¿Cómo que te suelte?


Estalló la bomba, el volcán. Una explosión a sus sentidos llevó a que Helena enterrara la daga completa en el cuerpo del hombre. Se le trepó encima y comenzó a acuchillarlo. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Se paró tranquilamente, fue al baño, lavó su daga, limpió sus partes. Se miró al espejo, esa noche la inmaculada vorágine había sido corrupta, corrompida por todos los años de su ausencia. Vistió su cuerpo. Amarró la daga a la liga. Tomó la cartera y apagó la luz.


martes, diciembre 09, 2008

Cuentos de Fuga


CUENTOS DE FUGA

Este próximo miércoles a las 6:oopm se llevará a cabo
la lectura de cuentos del grupo Fuga
en el Chateau Rouge, la caba de Tito Colorado
ubicada frente al Walgreens de la avenida Luis Muñoz Rivera.
El mismo surge gracias al Taller de Teoría y Práctica de la narrativa
impartido por la excelentísima
escritora y amiga Mayra Santos-Febres.
La entrada es gratis, los invitamos a pasar una noche mágica
llena de buen vino y literatura.
TEL: 787-649-9427

Pronto, el blog Fuga literal estará abierto para el público.
Pendientes, que la literatura que se está creando por la generación 2000
viene fuerte y sin piedad.

lunes, noviembre 10, 2008

Me pregunto tu dolor

Me pregunto si es cierto lo que he leído,
si el adiós de los cuerpos no ha sido suficiente,
me pregunto si de casualidad tú te preguntas
también.
Hay equivocaciones que se adentran mucho,
entiendo varias de las razones,
pero no entiendo por qué vuelves,
por qué te empeñas en destrozarte,
por qué te nombras víctima,
cuando eres tú quien crea
la situación de aniquilarte.

El sadismo, la Luna,
varias recompensas dolorosas
se acumulan en tu piel.
Algunas son del recuerdo,
no intentaste enterrarlas hondo,
quizás no te preguntes
por qué ahora han salido
a la superficie…
Yo sí lo hago.

Atado


Quiso detenerme en su espacio
atándome las sonrisas a su espalda
diluyéndome atardeceres en su ombligo.
Quiso detenerme entre sus manos
para no dejarme ir.

Me robó distancias;
desapareció estrellas y líneas del mapa.
Me ha dejado sin rumbo
como quien anda en tierra desconocida
y no entiende de lenguas
de fonemas
de escritura
de signos.

Me atrevo a decir
que no es su culpa
pero mucho menos la mía.

Me pienso...


Me pienso en tu boca
como quien se piensa entre las nubes.
En cómo me fascina el juego
que se produce entre nuestros labios.
Locura perturbadora que me envuelve,
que me encierra en tus párpados.

Me gusta perderme en tus callejones
sin esquinas y sin salidas;
en los ecos que rompen su silencio;
no tener regreso de tu cuerpo
es poder vivir para siempre.
Elíxir vital
que palpo en tus entrañas.
(Fluvis agriodulce que pruebo)

Me pierdo entre tus piernas.
No regreso,
te siento,
no regreso,
me intentas
y te pierdes conmigo
en la inmensdad de tu cuerpo.
Se produce la epilepsia
que nos gasta las energías
y los sentidos.

martes, noviembre 04, 2008

Escape IV

Me dicen que no soy sincero. ¿Qué se supone que se haga cuando le dicen eso a uno? Pienso en la mierda y babosada que habla la gente sin conocer las realid(h)ades que circundan a uno. Se llenan la boca con ideas absurdas. El maldito prejuicio y la incomprensión caprichosa del impulso. Siempre contesto con un “¿De verdad?” o un “no sé de qué me hablas”. Esa es la realidad, no sé de qué me hablan. Me dan ganas de decir tantas cosas, de brincarle al otro encima y arrancarle la piel, descuartizar y echárselo al primer perro sarnoso y flaco que me encuentre en la calle. A parte de toda esa rabia, me provoca risa, no sé si en última instancia sea por pena. ¿Qué se creen?
Antes, mucho antes, me preocupaba mucho el que la gente no pensara como yo, o viceversa. Esa cuestión de la otredad me resulta incómoda muchas veces. Pienso que es imposible entender al otro. El otro siempre es un constructo desde nuestra perspectiva y esa perspectiva siempre será ajena, nuca seremos el otro, sino nosotros (por eso no creo en el constructo social del machismo ni del feminismo). Nadie piensa igual. Pero al caso, me jode y re-jode que la gente diga algo tan absurdo como el que no soy sincero sólo porque no pienso como ellos o porque no siento como ellos. Me jode la gente que tiene ínfulas de grandeza y de intelectual, como si lo único que le importara al mundo es lo que les rodea a ellos, porque su sensibilidad es mejor comprendida por la masa global. A mí qué me importa que mi sensibilidad sea comprendida por la masa global, no me gusta ser parte de la masa global. Con todo esto que estoy diciendo le pregunto a esas personas, que me digan, ¿estoy siendo sincero o no?
Yo pienso a la sinceridad como la desnudez. Hay distintos tipos de desnudez, ninguna se parece. Si todos viéramos y experimentáramos la desnudez de la misma manera, la verdad es que sería bien aburrida. Todo es diferente en la vida de cada cual, desde la sensualidad y sensaciones, hasta las personas que se parecen físicamente. Siempre hay algo que te diferencia del otro. Dicen que la cuestión de todo esto es el sentirse cómodo con lo que uno escribe. Ahí es donde llega el límite genuino del problema, uno no debe sentirse cómodo con lo que escribe, siempre se debe aspirar a ser mejor dentro del micromundo que creamos, por eso se inventaron la reescritura. Escribir es un proceso de catarsis incómoda, enfrentarse al papel y volver a él millones de veces, decir las verdades que se esconden, sincerase con nuestro entorno. Ahora, no decir toda la verdad, no implica se no seamos sinceros, somos sinceros. Si se dice todo de cantazo, del primer impulso, qué nos queda para decir después. No sé si ahora comprendan mi proceso de sinceridad. Yo intento reinventarme dentro de mis límites, decir lo mismo de la misma manera no es divertido, es más, es tan cómodo, resulta monótono.

PD: Que conste, que esto no lo escribí, para excusarme, defenderme o explicarme. Trato de comprenderme, trato de ver por qué se le hace difícil a algunos entender las formas de mi sinceridad. Con este “escape” trato de descifrar el invento absurdo del otro, su trauma existencial con la sinceridad. No me lo tomen a mal, he sido sincero.

lunes, octubre 27, 2008

Exorcismo

A Maldes

Las puertas del infierno se abren,
se desvanece la muralla
que conversa con la historia íntima.
De aquí y de allá
se mal(versa) el arrepentimiento,
un vómito de la nostalgia
se sacude de repente.
Las verdades caprichosas
explotan en un llanto mudo
solitario,
de siglos infinitos y ajenos,
algunos propios.

La Fortuna gira su rueda
gira su vida
el presagio premonitorio del caos volcánico
libera de su prisión
el amarre de los olvidos,
se exorciza el cuerpo
de un tacto crudo y perverso
(el propio).

La coraza del ego
da paso a la fragilidad,
furcia divina del sentido común
del sentirse vivo
de sentir lo que es la realidad,
darle cabida interna al mundo.

viernes, octubre 24, 2008

Agresiones Nocturnas 1

Deambulas silente en la noche,
eres flor nocturna
que como Luna
llamas a voces desesperadas
el susurro escondido de mi carne.
Tu mirada me dice
que quieres aventurarte

[Mi respuesta:]

"Adelante, bien(venida)"

jueves, octubre 23, 2008

Escape III


ESCAPE III

Me deshago por fin de los fantasmas, el pasado se esconde, se refugia en la historia, la que no es escrita y se pierde. Ahora la carne se vuelve más carne. No hay tensión en los tendones, el cuerpo parece flotar en la quietud del silencio, el huracán pasó. Los mares descansan, en mi cuerpo hay tranquilidad. No soy libre de su presencia, pero la hora se acerca. Y estoy listo para su venida.

martes, octubre 21, 2008

Escape II

A veces me pienso desnudo sobre le mundo. Recostado en el balance perfecto de los sueños y la vida. No me gusta pensar mucho en el futuro. Le temo, no sé si es porque soy un cobarde empedernido o porque las vibras que me llegan a veces no son muy gratas. En mi familia corre el don de la premonición, aun así, no lo intento mucho. Prefiero vivirme el día, intento practicar esa filosofía que me nace natural, lo que pasa en el momento.
También sueño de vez en cuando. Sueño con las nostalgias, con la melancolía que me produce el dormir sin saber qué sucederá mañana. ¿De veras quiero vivir así? A veces no sé lo que quiero. Lo sé, soy un ser completamente dicotómico, complejo, por lo tanto, sé que estoy vivo.
Hay veces que quiero que el día no acabe. Que sea eterno y se postre sobre mis hombros pidiendo silencio. No hay libertad más grata que el silencio aunque muchos digan que es una cárcel. Por lo menos, yo no lo veo así, todo es cuestión de las negociaciones y de quién esté al mando. Con el silencio se aprecian mejor las cosas. No es necesario ver para entender. Es absurda la lógica humana. Sus complicaciones morales. Moralidad falsa. La presa a veces es más devoradora que el depredador.
Ahora entiendo que no hay balance perfecto en el mundo. De pequeño nunca me creí sus cuentos y ahora mucho menos. No hay escape a nuestras ficciones, son sólo eso, ficciones, fantasías de nuestras frustraciones, sólo sueños pensando en lo que queremos para mañana.
Yo no quiero nada. Yo lo quiero todo hoy. Ahora intento mojarme la boca con palabras absurdas. De ella nunca sale lo que pienso, al menos, no completamente. Solo cuando la circunstancia lo amerita. Eso sí, siempre digo la verdad. Le tengo alergia a la mentira. Aunque para sobrevivir a veces hay que ir en contra de lo que creemos; es necesario mentir. Yo no lo hago, por eso me meto en problemas siempre, la gente no aprecia la franqueza de su realidad. Prefieren vivir acobardados con la mentira. ¿Qué hago? ¿Se supone que haga feliz a una persona con mentiras o infeliz con realidades? Aquí no sobrevive el más fuerte sino el que tiene el poder para $er fuerte.
¿Hay que buscar el perdón? No lo sé, pero por si la vida no me comprende y me extermina los perdono a todos desde ahora. Mas sin embargo ¿quién me perdona a mí?

lunes, octubre 20, 2008

De estreno y presentaciones con Aixa


Mi querida nueva amiga, la poeta Aixa Ardín, estrena poemario nuevo "Epífonema del amor", en formato artesanal. Les digo que tuve la oportunidad de leerlo antes de salir a la calle. Es un poemario, wow, no sé ni qué decir, es excelente, es de esos que te agarra y es imposible soltarlo. No me cansé de decirselo esa noche varias veces, "Aixa, esto está bello. Aixa, quiero uno." Por poco peleo con mi querida hermana Ana María Fuster por quién lo tenía entre sus manos. Todos (Yolanda, Anelís, Maldes)esa noche quedamos impregnado de la fuerza en los versos de AixaSolo me queda decirlo otra vez: "Aixa, quiero unoooooooo".




La presentación del mismo será el próximo sábado 1 de noviembre de 4:00 pm - 6:00 pm en la Librería Mágica de Río Piedras. La presentación estará a cargo de la duenda Ana María Fuster Lavín. Gente lo de siempre, apoyen lo de aquí.

Despolvando olvidos...

LA CALLE FRENTE A LA PLAYA...

A Yara Liceaga


Esa noche a mi también
me dio con sacarme
temas del bolsillo,
llenos de polvo,
abarrotados,
insignificantes.
Casi olvidados.

Y nos fuimos de paseo
por la callecita
frente a la playa
con unas cuantas gotitas de agua
que caían del cielo.

La música del penthouse
Que estaba en un edificio cercano,
puso el mood para que nuestras historias
dieran comienzo.

Nos sentamos
y a ti te dio con mirarme
y yo que me resistía a ser mirado
cambié el rumbo de los sonidos
y miré las estrellas.
Me pasé la noche en vela mirándolas.
No te quería escuchar
y la verdad es que no entendía por qué estaba allí.

Olía a mar, olía a cerveza, olía a ti.
Y ahí sí que no lo pude evitar.
Te miré, y se me fueron las ganas de respirar.
No sé qué tenían tus historias, tus palabras,
nuestro pasado, que no lo podía evadir.

Terminé por seguirte los pasos
y caminamos nuevamente hasta nuestros carros.
Las luces de esa parte de la ciudad me recordaban
a Las Vegas, igual que sus historias sin accidentes.

Guié como desenfrenado tratando de no llorar,
la luz estaba roja y me la comí.

sábado, octubre 18, 2008

Candela

Acabo de finalizar "Candela" de Rey Emmanuel Andújar. Me ha dejado con un vacío interno gigante. Traté de alargarla lo más posible en mi lectura, es corta pero tan desgarradoramente buena. Es de esas novelas que no quieres que acabe porque te hundes en la tristeza, es de esas novelas que sueñas escribir y ser parte de ellas. Hace mucho que no leía una novela tan buena y que tocara como tema principal lo que es ser caribeño, ese mito de sangre caliente. Los temas de la raza, xenofobia, el discrimen, la pobreza, la corrupción policiaca y en última instancia, mi tema favorito dentro de la literatura, el erotismo. Las escenas eróticas son esenciales. Los personajes principales se definen en ellas, toman vuelo: ''Me dicen Candela''. La exitación al lector es magnífica, Rey Andújar sabe escribir sobre lo erótico; sabe escribir de lo que sea. No quiero contar más, recomiendo su lectura al 100%.

viernes, septiembre 26, 2008

Patakí de la Orisha Mayor (versión 2)

Oshún, era hija del Río y de las espumas que se formaban en su desembocadura, se bañaba desnuda a sus orillas. En un rito sagrado, la orisha empastaba su piel con extracto de diferentes frutas del trópico, las más dulces y pulposas, de esas que embriagan y seducen a una distancia prudente hasta formar una miel espesa. Esa miel tenía propiedades divinas, era una especie de ambrosía, aquella que comían sus primos griegos. También cuentan que Oshún, mezclaba un poco de su sangre lunar y saliva con esta miel, para transformarla en afrodisíaco. Ese que volvió loco a todos los orishas hombres, por el que se formaron guerras astrales en busca de quien conseguía su amor. Cuentan los patakís que Oshún estaba deseosa de concebir a un ser especial, un mensajero para el mundo de los mortales, uno que representara en toda su gloria la fuerza y divinidad de los Orishas. Su madre Yemayá, a quien no se le puede esconder nada porque todo lo sabe, salió de las aguas acompañada de las oceánides, ninfas del mar, y decidió hablar con su hija, sabiendo su deseo. Oshún le explicó a lo que Yemayá respondió: –Habrá que hablar con Orunmila, babalawo de los orishas, para que nos dé sus consejos—. Oshún junto con su madre y su séquito se lanzaron a las aguas del río para ir a hablar con Orunmila.
Llegando a la choza de este, Oshún sintió su vientre temblar. Era su instinto que la llamaba, su vientre vacío hacía años necesitaba llenarse otra vez. Orunmila le aconsejó que era necesario seducir a uno de los orishas más fuertes y poderosos del Panteón, Changó, para así lograr la mezcla perfecta de poder y seducción que haría temblar a la humanidad. –Debes seguir bañándote desnuda en el río y cuando sientas que tu vientre tiemble, unta en tu piel la miel con sangre lunar. Así atraerás al orisha del rayo. Que tus ninfas estén pendientes de su llegada, puesto que debes hacer el ritual al ritmo de los tambores. Que todos los orishas participen del juego—.
Y así lo hizo Oshún. Una tarde, en la que se bañaba en el río, el cielo se enrojeció. Ya había untado la miel en su cuerpo. Ella lo tocaba; vibraba y se retorcía, frotaba sus manos en su carne blanda, hasta que vio de los cielos caer un rayo gigante. Changó descendió de las alturas velozmente. El orisha, se lanzó sobre su cuerpo. Oshún, eufórica, comenzó a desprender y desgarrar la poca vestimenta que ocultaba a su figura. Quedó completamente desnuda. Las miradas lascivas entre ambos fue el pique de los tambores. Las ninfas del río comenzaron a danzar al son de los mismos, tocados por los demás orishas. Changó comenzó a lamer la miel en el cuerpo de Oshún, frotaba el suyo contra el de la orisha. Disfrutaba el tocamiento de esa mujer con sabor a frutas. Los tambores picaron los poros de ambos. Los demás orishas circundaron el acto, sus miradas de lujuria penetraron las pieles de los ‘copulantes’. El bálano de Changó ardía en fiebre; cual bestia salvaje, embestía a la orisha, haciendo que su vientre serpenteara. Los tambores sonaron más fuerte. La piel de Oshún se volvió música. La orisha gritaba –Ayy, ayyy, ayyyy— mientras se quitaba las pulseras y las lanzaba al aire. La respiración era fuerte. Los tambores tronaron, del cielo comenzaron a caer rayos, la tierra se abrió. Las ninfas espantadas huyeron. Los demás orishas, exaltados, se volvieron locos, se halaban de los pelos, daban gritos de guerra…desaparecieron. Changó jadeaba como perro –Ooosh, ooshhh, jai, jai na má—. La confusión total, el climático encuentro entre la oscilación del cuerpo y una risa malévola de la orisha.
Ocurrió que de repente, Changó explotó en un rayo negro y Oshún, rendida de haber agotado las energías de su cuerpo, quedó como muerta. Yemayá la envolvió en su manto y la escondió dentro de una concha marina. Una mortal encontró la concha arrastrada por la marea en la orilla. Misteriosamente le olía a miel, se sintió atraída a ella y se la comió. Tiempo después, la orisha parió entre las piernas de la mujer. Es de este modo que nació la Orisha Mayor, aquel animal-musical-erótico llamado La Lupe.



miércoles, septiembre 17, 2008

Santiago Gamboa en Puerto Rico

Mayra Santos-Febres
Santiago Gamboa




La nueva generación de escritores boricuas
Juanluís, Idalís y Michelle

Santiago Gamboa y José H. Cáez Romero

lunes, septiembre 15, 2008

Escape 1


Hoy quiero irme de viaje a Plutón,
ese planeta que nos quitaron
por inventos de la ciencia moderna.
No entienden
que los locos,
los que somos verdaderos humanos,
rechazamos por completo
sus teorías planetarias.

En la bóveda celeste
se alberga la razón que cae
en línea recta
como el movimiento natural
que hablaba Aristóteles.


A mí no me convence
la teoría heliocéntrica tampoco.
A muchos mataron por defenderla
para luego aceptarla
porque era mas fácil de explicar.
¡Mentira! (por ser eufemístico)[si así se dice]
Pronto habrá otra
más sencilla y ¿qué haré?
no quiero saber más de la física
de sus enredos matemáticos,
con las complicaciones de la literatura basta.

Quiero irme en un viaje,
que las estrellas surquen mi paso
que la Osa Mayor me acompañe
y me lleve sobre su lomo.
Quiero recorrer la elíptica
en realidades alternas,
desafiar las condiciones de la inercia.

Me resulta gracioso pensar
cómo la gente se interesa
por investigar cómo funciona el mundo
[Está dañado]
deberían buscar cómo hacerlo funcionar,
destruir el disparate de colores que se llama dinero
dejar de rezar a un vacío
que muchas veces no se llena
y nos engaña a voces sordas
con un libro antiguo
que tiene más errores y disparates
que la gramática y lingüística
de un niño de tres años.

No hay que malinterpretar,
creo en la vida
en el destino que uno mismo se construye
en las verdades
que mi vago intelecto deduce.
No me guío por la tradición,
por la monotonía
del zapato en el suelo
la mancha negra que todos pisan,
sigo mi camino
contento, libre y atrevido
escuchando mi voz
y a nadie más.


martes, septiembre 09, 2008

Sexo, letras y sombras en la Ciudad Silente


Isla Negra editores

Librería Mágica y PEN Club de Puerto Rico


Invitan al conversatorio-presentación

Sexo, letras y sombras en la Ciudad Silente


A cargo de los escritores Emilio del Carril y Leticia Ruiz Rosado

Lectura de cuentos a cargo de la duena mayor Ana María Fuster Lavín


Sábado 4 de octubre de 2008

4:00pm

Librería Mágica

1016 Ave Ponce de León

Río Piedras, Puerto Rico


Los profesores Emilio del Carril y Leticia Ruiz Rosado comentarán sobre los temas del erotismo, sexualidad y los cuentos urbanos en el libro Bocetos de una ciudad silente (Ed. Isla Negra) de Ana María Fuster Lavín como presentación a su segunda edición corregida.


Emilio del Carril, vicepresidente del Pen Club de PR, es narrador, profesor universitario y tecnólogo médico. Ha publicado 5 minutos para ser infiel y otras divagaciones testiculares (Ed. Pasadizo).


Leticia Ruiz Rosado, editora de la revista literaria Identidad, es poeta y profesora universitaria. Su último poemario es Te vi Luna (Ed. Terranova)


Ana María Fuster Lavín, poeta y narradora, ha publicado entre otros: Verdades caprichosas (cuentos, First Book Pub.), Réquiem (novela cuentada, Isla Negra), El libro de las sombras (poesía, Isla Negra), Leyendas de misterio (infantil, Alfaguara) y Bocetos de una ciudad silente (cuentos, Isla Negra).


Para más información: Ana María Fuster 787-307-4066 fusterlavin@gmail.com

Carlos Roberto Gómez editor@islanegra.com

Y en Librería Mágica.



NOTA PERSONAL: Felicidades a mi querida hermana por este nuevo logro y segundo re-comenzar con esta publicación. Te adoro hermana y lo sabes. Gente apoyen nuestra literatura, que lo que se escribe aquí es igual de bueno que lo de afuera.

El aguijón del escorpión (Fábula)

-¿Con quién te dejaré?—dijo Mamá Gata—Las tripas me suenan y a ti también. Tengo que salir pero no te puedes quedar sola.

Por el lugar se encontraba el señor Escorpión. Escuchó la conversación que había tenido Mamá Gata con Gatita. Hace mucho quería acercarse a la última, no con muy buenas intensiones.

-Yo puedo cuidarla hasta que llegue usted Mamá Gata—dijo el Escorpión con gran maña.—No se tiene que preocupar, la puedo defender con estas pinzas gigantes y este largo aguijón que tengo.

Mamá Gata dudó al principio, pero viendo que era cierto lo de las pinzas y el aguijón confió en el extraño, le agradeció diciendo que le daría parte de la comida y salió corriendo. Gatita que era curiosa por naturaleza se acercó al Escorpión para olerlo bien. En eso el Escorpión comenzó a rascarle el cuello a Gatita, provocando que se erizaran de gusto sus pelos.

-Eres una gatita hermosa, tienes unos ojazos que volverían loco a cualquiera—dijo el Escorpión con voz lúgubre. Siguió rozando a Gatita por todo el cuerpo, hasta que llegó entre las patas.

-Ahí no se toca me ha dicho mi mamá.

-Disculpa, es que estas pinzas tan grandes a veces actúan de manera torpe. Pero mira que bien manejo esta otra parte de mi cuerpo.—El señor Escorpión levantó su aguijón sabiendo que a los gatos los atraen las cosas que cuelgan.

-Miauu.—Gatita meneó su cuerpo serpentinamente, contoneó sus caderas rayadas mientras se acercaba con sigilo y curiosidad a donde estaba el señor Escorpión. Levantó una pata, para tratar de agarrar el aguijón. Mientras tanto, el Escorpión le hizo cosquillas en el vientre a las que ella respondía con ronroneos. Tanto fue el juego que Gatita cayó al piso rendida. El señor Escorpión la tomó por el cuello con una de sus pinzas, con la otra y las demás patas le aguantó su cuerpo. Gatita estaba asustada, quería a su mamá, no podía gritar, no había quien la defendiera.

-¡Cállate! No seas tonta, que esto no es nada del otro mundo.

Gatita trincó su cuerpo, trató de usar sus uñas, cuando de repente, abrió sus ojos y vio fijamente al Escorpión. Este introdujo sin ninguna piedad el aguijón en su cuerpo, rompiendo una que otra membrana. Luego de su fechoría el señor Escorpión huyó. Cuando Mamá Gata llegó, encontró a su hija tirada en la tierra con una menos de sus siete vidas.

miércoles, julio 30, 2008

Estacion del tren


A ti que fuiste tren y vía
Hay trenes que pasan ligero
en nuestras vidas,
hay otros
que pasan despacio,
detienen sus ruedas mecánicas
abren sus puertas
permiten que se adentren
a sus espacios...
Tu fuiste una mezcla de los dos.
A veces pasabas veloz
no permitías que entrara
que auscultara e indagara
en tu interior.
Cuánto me pregunté
qué pensabas.
Otras veces fuiste despacio
te acercabas con tus vías de melancolía
te acercabas con tu ojos
de triste dulzura en vapor.
aun así, tu interior
era un misterio para mí,
pasajero involuntario
de tus inquietudes
de las distancias y puertos por recorrer.
Como llegaste te fuiste
en silencio
casi huída precipitada...
Hay trenes ligeros y otros lentos,
tu fuiste un poco de ambos
nada concreto.
Aun así mi estación te esperó
y te espera
porque eres de esos trenes
que a veces, si los carriles no se desvían
regresa.

sábado, julio 26, 2008

De vuelta a lo erótico....


ESPERO EL TEMBLOR

y me muerdo los labios
esperando el temblor
~Guilleromo Rebollo-Gil~



Espero el temblor
que nacerá de tu cintura.
Me muerdo los labios,
muerdo los tuyos,
devoro cual fiera a su presa
sin compasión,
incrusto mis instintos de bestia
en la posada vertical que me entregas.

El incienso se consume por completo,
los ruidos del tráfico en una tarde de junio
se confunden con los altoparlantes de tus pulmones.
Algún quejido se escapa entre los cuerpos,
algún quejido se esparce por el cuarto,
algún quejido, se desviste de ataduras,
algún quejido, me perturba el oído.

No es salvajismo lo que pretendemos,
es canibalismo,
eres vampiresa,
eres pitonisa salvaje
boa constrictor en las piernas,
me das el beso mortal
y por fin tu cintura tiembla.

miércoles, julio 23, 2008

Las horas del sur o las horas de la educación

fugaz reflexión sobre esta magnífica obra literaria

A la educación
Señores eso es lo primero
Que debe de aprender
Esa es la niñez, señores
La que esta encargada a defender
Los intereses de esta nación…
La Lupe

Acabo de leer “Las horas del sur”, de la escritora puertorriqueña Magali García Ramis. Debo admitir que me tardé una eternidad en leerla, por varias razones, falta de tiempo la principal de todas; la disfruté como quiera. A veces pienso en lo que ella dijo en su presentación, que le tomó mucho escribirla. Tal vez esta novela sea una lectura de tiempo, de meditación. Aún así, puedo asegurar dentro de mi inexperiencia dando crítica a mis lecturas, que esta novela es magnífica, especialmente para todos aquellos que sienten de verdad la vocación de la educación. Y digo de verdad, puesto que yo, estudiante de la Facultad de Educación de la UPR en Río Piedras, he visto cómo muchos de los estudiantes de la facultad, futuros maestros de este país, no sienten verdaderamente la vocación. Para mí es una tristeza enorme y no deja de preocuparme el hecho de que somos nosotros los futuros educadores de una nación que cada vez va más hacia abajo. Una nación que no se preocupa por sus fundamentos, por su historia, por la búsqueda de nuestras realidades y de quiénes somos. Me preocupa, porque entonces, qué nación llevaremos con orgullo, si ni siquiera sabemos su fecha de descubrimiento, o su nombre real. La educación de nuestros niños, jóvenes y hasta de los adultos es esencial para un futuro próspero, para que dejen de atropellarnos, de maltratarnos, para que el abuso sea el mínimo, si no ninguno. Siempre he apoyado el método de la educación como la base de un sistema social meramente adecuado. Yo tengo fe en la educación, y en los jóvenes de este país, aunque muchos opinen lo contrario, pero realmente es que no se las ingenian para trabajar con ellos. El Departamento de Educación debe crear nuevos métodos de enseñanza, actualizar lo currículos y ajustarlos a las necesidades de nuestros jóvenes. El conocimiento, como las enciclopedias, se actualiza, por qué seguir en lo mismo del siglo pasado, basta de eso. También siempre he apoyado a la lectura como su fundamento más importante, puesto que de ella se aprende a analizar y a ver las cosas de otra manera. Eso es lo que propone García Ramis en esta novela, el educarnos, el ver la vida desde las perspectivas del conocimiento, que nunca está de más. El ver la vida desde el arte, apreciándolo, incluso desde la arquitectura.
Es una novela que conversa con el lector, sobre la búsqueda del ser, pero no de un ser metafísico, aunque la magia y todo lo relacionado con lo excéntrico está implícito en ella, sino de un ser que se busca desde la tierra, desde su centro para decirle al mundo dónde está su origen y defenderlo hasta el final. Es una novela que nos educa, tal vez no con ese propósito, pero lo hace, sobre la historia de Puerto Rico, sobre los sucesos que acontecieron para crear a la nueva sociedad puertorriqueña, esa en la que vivimos ahora y le hace falta madurar o evolucionar. De repente pienso en “La Charca” de Zeno Gandía o “La Guaracha del Macho Camacho” de Luis Rafael Sánchez. Estamos en el mismo estancamiento desde comienzos del siglo pasado, incluso del anterior.
Andrés Estelrich es la metáfora del Puerto Rico del siglo 19 y principios del 20. Es la metáfora del puertorriqueño pobre, del campo, del puertorriqueño de origen negro (para mí, el verdadero) del puertorriqueño sin padre. Hay una parte que me mató cuando la leí, que me hizo entender el significado completo de la novela:
Puerto Rico era patria de demasiados hombres sin padre, como Andrés, y era patria de mujeres paridoras de gente triste que, en un velorio de infante muerto, dejaba brotar una alegría inconmesurable para luego, cuando nadie había muerto, volver a la tristeza”.
Esta es la tristeza de la que hay que deshacernos, aunque esta sea el origen de nuestra raza. No presumo más, les entrego este corto proceso de reflexión, sobre lo que dije al principio, una novela excelente.

domingo, julio 20, 2008

Te deseo a ti



Te deseo a ti

desde la constante partida

de los polvos y de los vientos.

Huir hacia mi propio cuerpo

no es la solución

pero sí el refugio.

jueves, julio 03, 2008

Publicado en la Ciudad Silente de Ana María Fuster

Ana María Fuster, mi querida amiga y hermana en la poesía, ha tenido la bondad de publicar mis versos en su blog. Para mí es un honor, que esta increíble mujer, dama de la poesía y dibujante de la ciudad haya considerado hacerlo. Ana María me tienes a tus pies, te quiero hermana.



José H. Cáez Romero y Ana María Fuster Lavín
en la presentación de "Los otros cuerpos"
Para visitar su blog:
Bocetos de una Ciudad Silente

miércoles, julio 02, 2008

Son 21 ya

Son 21 los que me ruedan por el cuerpo,
21 los que me agraden,
el tiempo me corre por encima,
me cuenta historias del pasado
memorias que había olvidado
otras que había querido esconder.

Me susurran al oído los recuerdos
su reclamo.
Eufóricas vibraciones me brotan
del costado.

Me niego a creer que todo sea cierto,
el avanza implica a veces
un dolor amargo,
ajeno,
el deceso de los latidos.
La muerte.

Hoy son 21 los que me ruedan
por el cuerpo,
ayer eran 20
y la historia sigue siendo
la misma de todos los días.

viernes, junio 27, 2008

Haikus o la simpleza del verso

Esta es mi maravillosa primera experiencia escribiendo haikus, fue divertido intentarlo...




Haiku 1

Sueño contigo
Caricias inmortales
Y abrazos cósmicos.

Haiku 2

Tus dedos flotan
En mi cuerpo ligero
Y acelerado…

Haiku 3

Tu carne cruda
Es el deleite de los
Sentidos míos.

Haiku 4


La Luna reza
Por tus labios queridos;
Bésala entonces.

Haiku 5

Beso tu frente
Beso tus labios míos
Beso tu verso.

Haiku 6

Quiero tu sangre
Cual vampiro hambriento.
¡Déjame beber!









lunes, junio 16, 2008

miércoles, junio 04, 2008

Palabras encontradas de fiesta


























Bueno gente, la presentación, o mejor debería decir, el cocktail party, del libro de mi querida amiga y ex-profesora Melanie Pérez Ortiz "Palabras encontradas", publicado por Ediciones Callejón se realizará en la localidad de "Kantares" ubicado en la avenida Wiston Churchill #162 el próximo miércoles 11 de junio a las 7 de la noche. Se realizará una lectura de escritos al igual que podremos disfrutar de música y un excelente compartir con, celebridades digamos, del ambiente literario y cultural. Esperamos su visita por allí. Entrada libre de costo.




martes, mayo 27, 2008

Desahogo #1



La separación es dolorosa. Ahora no encuentro la forma de despertar con una sonrisa en la mañana, o incluso el mero hecho de despertar me causa una pesada carga existencialista. ¿A dónde se fue? ¿Qué estará haciendo? ¿Cómo le irá? ¿Qué hago? No hay respuesta, son preguntas retóricas como diría una profesora mía. Duele un corazón que palpita una sangre congestionada de recuerdos, de vivencias y de exitantes aventuras. No vale mencionarlas, sólo abriría más la herida, esa brecha profunda que pronto será atacada por fibroblastos y quien sabe qué otro invento científico para explicar cosas que no tienen explicación. Pero si hay que hablar con acercamientos, escribir eso que duele, he aprendido que la escritura sirve de catarsis. Realmente es liberadora. Ahora, dos amantes se separan por el destino. La única fuente de comunicación ha desaparecido. Sólo me queda decir, que la mancha de su sombra queda amarrada a mis pupilas, tengo que ver cómo suelto ese nudo.

viernes, mayo 23, 2008

domingo, mayo 18, 2008

Para ti

Yo empecé a escribir desde hace mucho tiempo, tanto que ni recuerdo, siempre he estado ligado al lápiz y al papel, bueno, mejor dicho a la pluma, siempre odié los lápices porque pensaba que eran para pequeños, y como siempre me creí grande no escribía con lápices. Pienso que he madurado mucho como escritor, hay veces que me aventuro aquí y "posteo" escritos que son demasiado tontos o clichosos como dicen por ahí, sí soy mi peor crítico, y sé que estoy en lo correcto. También acepto las críticas de algunos compañeros del patio que hablan sobre la intensidad de algunas cosas que escribo. Los que son, mis mayores respetos, quién soy para contradecirlos en su conocimiento?. Pero vamos al grano, hace unos instantes estaba limpiando mi armario, (otra de mis locuras, porque a quién se le ocurre hacerlo a la 1 y 37 de la madrugada) y encontré una libreta muy especial, una que está decorada por fotos de mi artista favorita. Creo que fue en el 2001 que empecé a pasar todos esos escritos. Lo más que me asombró fue el primer poema que escribí en mi vida, lo había escrito a los 9 años y cuando lo arreglé para que pareciera más un poema que otra cosa tenía 10. Se lo escribí una muchacha que me gustaba, mi primera noviecita a esa edad, jaja que locura. Esto lo voy a compartir con ustedes y se titula Para ti




Eres una flor hermosa
que pareces una rosa.
Tan bonita eres que Afrodita
está celosa.


La estrella más blanquita
se asombra porque eres
muy bonita.
El mar azul llora
porque tú no tocas sus olas.
Recuerda que bonita eres
por tu piel suavecita.
Espero que nadie te la dañe
porque su añoro yo tendría.





















martes, mayo 06, 2008

¡Ya llegó!

Ya llegó el libro que tanto deseaba tener en mis manos. Este es nada más y nada menos que el libro sobre crítica de literatura puertorriqueña moderna "Palabras entrecortadas", de la querida crítica y doctora Melanie Pérez Ortiz, mi profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Esta tarde fue nuestra última clase, fue algo espectacular, casi lloramos todos. Ahora dejamos a un lado las fingidas charlas de estudiante y profesora para transformarlas en las de amigos y colegas, quien sabe si en un futuro hasta compañeros de trabajo. Admiro mucho la manera en la que da su clase, nos obliga a pensar, se sale de las normas establecidas en la universidad y de las clases corrientes de literatura. Bravo, Bravo y Bravo como dice la canción de Edith Piaf. No encuentro el momento para ir mañana a una de las librerías de Río Piedras y tenerlo en mis manos. Un abrazo Melanie.

sábado, mayo 03, 2008

Dicen que te fuiste

Dime que harás cuando alguien
sin querer me nombre
~Sylvia Rexach~


Estas caricias
esparcidas por el aire
se filtran entre los pliegues
de mi piel
me abandonan
sin su lucha y sin su corazón.
Ahora dicen que te fuiste,
huyendo con las pisadas
y los pies que te regalé.
¿Recuerdas que decías
que yo era de ti?
Que mal si lo haces
y que bien si al contrario,
porque si sueles esconderte
detrás de los recuerdos,
labios infinitos
pronunciarán mi nombre
y temblarás como la primera vez.
Pruebo tus silencios de media noche.
En nuestra cama
Hay luces destellantes y blancas.
Me sumerjo en tus labios nuevamente.
Mis manos pasean por rutas conocidas.
Rutas de sangre y sal,
Rutas de tierra
De viento
De algo más que arena y polvo.

Tus ojos se dilatan
Y divagan mirando el techo
Mientras escondes a este caníbal
De espantos y dioses.

Me regalas la cofradía
Que escondes en tus lunares,
Te devoro
Te doblo
Redoblo.
Dentro de ti me ahogo.
Quiero sentirle,
Pero si lo intento
Su imagen se desfigurará
Entre sombras y siluetas como el humo.

{si le respiro, estará dentro de mí}

sábado, abril 05, 2008


De las orillas de mi costado
un mar arropa algas invisibles.
Le nacen islas,
archipiélagos,
continentes.

Se disparata el mapa
que me guía a abismos infinitos.
Dicen que ahí la profundidad no asusta
sino el hecho de pensar que en algún momento
podría nacer un suelo con el cual chocar.

A mi lo que me asusta no es chocar
sino quedarme prendido del espacio infinito
sin ser rescatado
y no encontrar suelo u orillas.