martes, septiembre 09, 2008

El aguijón del escorpión (Fábula)

-¿Con quién te dejaré?—dijo Mamá Gata—Las tripas me suenan y a ti también. Tengo que salir pero no te puedes quedar sola.

Por el lugar se encontraba el señor Escorpión. Escuchó la conversación que había tenido Mamá Gata con Gatita. Hace mucho quería acercarse a la última, no con muy buenas intensiones.

-Yo puedo cuidarla hasta que llegue usted Mamá Gata—dijo el Escorpión con gran maña.—No se tiene que preocupar, la puedo defender con estas pinzas gigantes y este largo aguijón que tengo.

Mamá Gata dudó al principio, pero viendo que era cierto lo de las pinzas y el aguijón confió en el extraño, le agradeció diciendo que le daría parte de la comida y salió corriendo. Gatita que era curiosa por naturaleza se acercó al Escorpión para olerlo bien. En eso el Escorpión comenzó a rascarle el cuello a Gatita, provocando que se erizaran de gusto sus pelos.

-Eres una gatita hermosa, tienes unos ojazos que volverían loco a cualquiera—dijo el Escorpión con voz lúgubre. Siguió rozando a Gatita por todo el cuerpo, hasta que llegó entre las patas.

-Ahí no se toca me ha dicho mi mamá.

-Disculpa, es que estas pinzas tan grandes a veces actúan de manera torpe. Pero mira que bien manejo esta otra parte de mi cuerpo.—El señor Escorpión levantó su aguijón sabiendo que a los gatos los atraen las cosas que cuelgan.

-Miauu.—Gatita meneó su cuerpo serpentinamente, contoneó sus caderas rayadas mientras se acercaba con sigilo y curiosidad a donde estaba el señor Escorpión. Levantó una pata, para tratar de agarrar el aguijón. Mientras tanto, el Escorpión le hizo cosquillas en el vientre a las que ella respondía con ronroneos. Tanto fue el juego que Gatita cayó al piso rendida. El señor Escorpión la tomó por el cuello con una de sus pinzas, con la otra y las demás patas le aguantó su cuerpo. Gatita estaba asustada, quería a su mamá, no podía gritar, no había quien la defendiera.

-¡Cállate! No seas tonta, que esto no es nada del otro mundo.

Gatita trincó su cuerpo, trató de usar sus uñas, cuando de repente, abrió sus ojos y vio fijamente al Escorpión. Este introdujo sin ninguna piedad el aguijón en su cuerpo, rompiendo una que otra membrana. Luego de su fechoría el señor Escorpión huyó. Cuando Mamá Gata llegó, encontró a su hija tirada en la tierra con una menos de sus siete vidas.

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