miércoles, julio 23, 2008

Las horas del sur o las horas de la educación

fugaz reflexión sobre esta magnífica obra literaria

A la educación
Señores eso es lo primero
Que debe de aprender
Esa es la niñez, señores
La que esta encargada a defender
Los intereses de esta nación…
La Lupe

Acabo de leer “Las horas del sur”, de la escritora puertorriqueña Magali García Ramis. Debo admitir que me tardé una eternidad en leerla, por varias razones, falta de tiempo la principal de todas; la disfruté como quiera. A veces pienso en lo que ella dijo en su presentación, que le tomó mucho escribirla. Tal vez esta novela sea una lectura de tiempo, de meditación. Aún así, puedo asegurar dentro de mi inexperiencia dando crítica a mis lecturas, que esta novela es magnífica, especialmente para todos aquellos que sienten de verdad la vocación de la educación. Y digo de verdad, puesto que yo, estudiante de la Facultad de Educación de la UPR en Río Piedras, he visto cómo muchos de los estudiantes de la facultad, futuros maestros de este país, no sienten verdaderamente la vocación. Para mí es una tristeza enorme y no deja de preocuparme el hecho de que somos nosotros los futuros educadores de una nación que cada vez va más hacia abajo. Una nación que no se preocupa por sus fundamentos, por su historia, por la búsqueda de nuestras realidades y de quiénes somos. Me preocupa, porque entonces, qué nación llevaremos con orgullo, si ni siquiera sabemos su fecha de descubrimiento, o su nombre real. La educación de nuestros niños, jóvenes y hasta de los adultos es esencial para un futuro próspero, para que dejen de atropellarnos, de maltratarnos, para que el abuso sea el mínimo, si no ninguno. Siempre he apoyado el método de la educación como la base de un sistema social meramente adecuado. Yo tengo fe en la educación, y en los jóvenes de este país, aunque muchos opinen lo contrario, pero realmente es que no se las ingenian para trabajar con ellos. El Departamento de Educación debe crear nuevos métodos de enseñanza, actualizar lo currículos y ajustarlos a las necesidades de nuestros jóvenes. El conocimiento, como las enciclopedias, se actualiza, por qué seguir en lo mismo del siglo pasado, basta de eso. También siempre he apoyado a la lectura como su fundamento más importante, puesto que de ella se aprende a analizar y a ver las cosas de otra manera. Eso es lo que propone García Ramis en esta novela, el educarnos, el ver la vida desde las perspectivas del conocimiento, que nunca está de más. El ver la vida desde el arte, apreciándolo, incluso desde la arquitectura.
Es una novela que conversa con el lector, sobre la búsqueda del ser, pero no de un ser metafísico, aunque la magia y todo lo relacionado con lo excéntrico está implícito en ella, sino de un ser que se busca desde la tierra, desde su centro para decirle al mundo dónde está su origen y defenderlo hasta el final. Es una novela que nos educa, tal vez no con ese propósito, pero lo hace, sobre la historia de Puerto Rico, sobre los sucesos que acontecieron para crear a la nueva sociedad puertorriqueña, esa en la que vivimos ahora y le hace falta madurar o evolucionar. De repente pienso en “La Charca” de Zeno Gandía o “La Guaracha del Macho Camacho” de Luis Rafael Sánchez. Estamos en el mismo estancamiento desde comienzos del siglo pasado, incluso del anterior.
Andrés Estelrich es la metáfora del Puerto Rico del siglo 19 y principios del 20. Es la metáfora del puertorriqueño pobre, del campo, del puertorriqueño de origen negro (para mí, el verdadero) del puertorriqueño sin padre. Hay una parte que me mató cuando la leí, que me hizo entender el significado completo de la novela:
Puerto Rico era patria de demasiados hombres sin padre, como Andrés, y era patria de mujeres paridoras de gente triste que, en un velorio de infante muerto, dejaba brotar una alegría inconmesurable para luego, cuando nadie había muerto, volver a la tristeza”.
Esta es la tristeza de la que hay que deshacernos, aunque esta sea el origen de nuestra raza. No presumo más, les entrego este corto proceso de reflexión, sobre lo que dije al principio, una novela excelente.

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