miércoles, diciembre 06, 2006

Y no es que ellos fueran amigos
y amantes.
Ah ah.
Ellos eran ellos
sin tapujos
sin prejuicios, sin esconderse.

Ella negra,
pero negra clara,
como las noches negras de abril.
Con su pelo alborotado
con sus nalgas gigantes
sus piernas lindas
su cara de inocencia,
tenía unos ojos hechizantes
hermosa.

Y no es que el fuera feo,
ni lindo,
también era hermoso
apuesto y deseable.
De pelo lacio, ondulado
pero corto,
blanco de piel amarilla,
crema,
blanco.

Ojos tristes que hipnotizaban
que envolvían
y lo hicieron con ella,
la hipnotizaron
la envolvieron y no la dejaron
escapar.

Y sucedió
que de la nada
hubo un encuentro
que por cierto
le petrificó el pensamiento
y la dejó muerta y sin aliento.

Y no es que
ella fuera fácil
y él complaciente.
Es que la fricción de los cuerpos
y el mucho champán
y las luces tenues
los hizo entregarse por completo.
Cuando terminaron prendieron las luces
se fueron a la fuga
dejando las sabana enredadas a sus perfumes
y tres centavos de propina,
nunca se vieron otra vez.

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