viernes, diciembre 01, 2006

“Escribo con mi pluma fuente, en un cuaderno, en una ciudad que occidente ignora, las letras inútiles”
-Eduardo Lalo-

Corroído,
podrido como la madera vieja,
carcomido por el cemento
por la brea caliente
que se abre en cráteres hacia el abismo.
Inservible para
lo que la gente llama al unísono ciudad.

¿Para qué desperdiciar mi tiempo?
Para qué crear inútiles palabras
que inútilmente
algún inútil en desespero leerá
sin preocuparse por entender
cómo encajará con su vida.

Como dice el viejo y tan popular refrán,
las palabras se las lleva el viento
y de igual manera, mi presencia
será desvanecida por el tiempo
por los años, por las horas y los minutos
que pasan por el mundo como fantasmas.

Y trato de entenderme
sin pensar y razonarme
sin lucharme la existencia,
pero es casi imposible
(por no dar la oportunidad
a que sea totalmente posible).

Por otro lado es imposible
buscarle razón, sentido
al concreto erguido,
a esa selva
que nos devora,
a esas manadas alocadas
perdidas en la preocupación…

Me fui en el largo paseo
de una calle llena de adoquines
en silencio,
ni las mismas hormigas se escuchaban
y la soledad se enloquecía del miedo.
Aquí las inútiles letras
se quedan sin verso
y descubro que es inútil
lo que aquí he hecho.

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