lunes, diciembre 17, 2007

Mi diosa











Cuando menciono su nombre
recuerdo la palabra valentía,
sacrificio, dolor y privación.
Recuerdo la ternura de una madre,
y no tengo que recordarla
porque aun la siento.
Todos los días, al irme de casa
me da una sonrisa y me da su bendición.
Todas las tardes me recibe
con los brazos abiertos,
con su olor a cocina
con su olor a tierra
con su olor a detergente comprado
en Capri.
A cilantrillo, a ajo
al Niagara para planchar.
Con su apuro por ver a Nancy Álvarez
y la doctora Polo.
Con sus ojos cansados por tanto trabajar.
con su cuerpo adolorido por la artritis,
la hepatitis, la osteoporosis.

Me encanta estar con ella,
cuando cuenta sus cuentos
cuando habla y demuestra
que todavía tiene inocencia,
porque es como una niña de seis años,
Es un poco ingenua
pero aun así la quiero mucho.
La adoro porque es mi diosa.

Cuando hablo de ella
es hablar de belleza
es hablar de noches y días incansables.
Es hablar de un ser maravilloso,
es hablar de la heroína que me defiende,
que no vuela ni detiene balas
como Linda Carter,
no es la Mujer Maravilla.
Pero sí es la que detiene el tiempo
para quererme y hacerme volar como persona,
cuando hablo de amor, poesía y encanto
hablo de Rosa Velilla, mi querida abuela.




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